jueves. 28.03.2024

No habrá que hablar

  • Muchas veces me he dejado guiar por los silbidos del viento, por sus parpados frescos y húmedos. Aun así, entre los besos del éter, mi frágil estirpe se rompe por sí sola al entenderse viva.

Es importante que comprendas

que la libertad se obtiene cuando se abren las manos.

Que me dejo mecer por el viento y un suspiro

Pero no siempre será templado el clima de las primaveras:

muchas veces un vendaval eclíptico

muchas otras, terrones de azúcar almidonada.

Si dejo acercar a mi memoria

el vuelo rasante de las aves

se hundirá aún más

la soledad que hoy me surca

y victorioso, entre el nítido plumaje,

se alzará tu nombre

como un recuerdo doloroso.

No es que quiera, amor mío,

vetarte de mis entrañas

Quisiera regalarte otros espacios;

como una cajita de cartón corrugado

o un cuaderno de tapa gris.

Que el pensarte no me signifique un acto atroz

en el que siempre,

indefectiblemente,

se deje una ventana abierta.

Como aquella vez que en una lágrima

te escapaste volando.

Y, aun así, amor mío,

bien sabemos que las risas fueron nuestras

y que las lunas se lamentan cuando en la noche faltan caricias

¿Acaso no vimos

a la nostalgia relamerse

bajo nuestra propia aurora?

De haber algún sentido en mis palabras

lo dejaré en mano de los lobos

Ya mi corazón se desangra

y no habría que hablar de ello.