viernes. 19.04.2024

A ella

Sobre las palmas de Whitman descansa tu lomo; videntes del antiguo mundo encontraron tu voz sepultada entre la naturaleza.

Columna VII
A ella, lo nuevo de Juan Ignacio Velasco en Cuatro Medios.

He sentido bajo la bruma del propio encierro sus manos de tierra acariciarme el corazón. Longeva en alborear senderos, danza ella, la caustica estrella de flores y hierba. ¡Ay de mí!, el niño mariposa, que con alas de rocío y perfume a siembra buena te abrazó el vientre, casi siempre, bajo las lunas del infinito. Tu vientre, el mío, el del mundo. Dulce alhajero donde se sacuden las emociones como arboles embestidos por tu resoplo vespertino. Canturrean las églogas entonadas por jilgueros el amor que mi mal arada estirpe deposito desde siempre sobre tus labios, -oh infamia sepultada, suelta los tobillos del harapiento espectro-.

En aquella esquina donde los colores se tambalean sobre las baldosas vi desfilar tu magia entre la sombra de los olmos que a nuestras espaldas parpadeaban (uno de tus pétalos se ha metido en sus ojos) Si te he besado no lo recuerdo; hiriente loba, indómita sombra. Sobre tu pecho escribiré el desgarrador lamento que a tus costillas me encadenan.

Camino, ante todo, como quien no conoce hacía donde avanza. Pero camino, más que nada, como la muerte, en silenciosa soledad bajo la noche que me desviste. A tus pies, madre nuestra, depósito la alquimia de los paganos.