Es importante que comprendas
que la libertad se obtiene cuando se abren las manos.
Que me dejo mecer por el viento y un suspiro
Pero no siempre será templado el clima de las primaveras:
muchas veces un vendaval eclíptico
muchas otras, terrones de azúcar almidonada.
Si dejo acercar a mi memoria
el vuelo rasante de las aves
se hundirá aún más
la soledad que hoy me surca
y victorioso, entre el nítido plumaje,
se alzará tu nombre
como un recuerdo doloroso.
No es que quiera, amor mío,
vetarte de mis entrañas
Quisiera regalarte otros espacios;
como una cajita de cartón corrugado
o un cuaderno de tapa gris.
Que el pensarte no me signifique un acto atroz
en el que siempre,
indefectiblemente,
se deje una ventana abierta.
Como aquella vez que en una lágrima
te escapaste volando.
Y, aun así, amor mío,
bien sabemos que las risas fueron nuestras
y que las lunas se lamentan cuando en la noche faltan caricias
¿Acaso no vimos
a la nostalgia relamerse
bajo nuestra propia aurora?
De haber algún sentido en mis palabras
lo dejaré en mano de los lobos
Ya mi corazón se desangra
y no habría que hablar de ello.